Hacerse
esta pregunta es fundamental.
Las Hermandades son asociaciones públicas de
fieles con una finalidad principalmente de culto, aunque también se proponen el
ejercicio de la caridad(ayudar a los demás) y del apostolado(llevar las almas a Dios). Ninguna de estas funciones se pueden
separar en la vida de una Hermandad. Por tanto, el que quiere incorporarse a
alguna de ellas, se hace miembro mediante un acto personal por el cual, como
creyente se ofrece a Dios y entra en comunión espiritual más estrecha con la
Iglesia, comunidad de los seguidores de Jesús, entre los cuales se encuentran
las Hermandades. Tal paso implica un compromiso serio, y significa la voluntad
de profundizar su sentido y amor de Dios por una conversión que ha de
proseguirse durante toda la vida.
Así pues,
para hacerse hermano se ha de ser creyente y bautizado para estar capacitado al
dar el paso de forma responsable ante Dios y la Iglesia, en este caso,
representada por la Hermandad, para responder ante el compromiso que
voluntariamente se va adquirir al pedir la admisión y jurar las Reglas.
Es
necesario que antes de unirse a un Hermandad, haya un proceso de discernimiento
y reflexión ante el paso que se va a dar. Esta actitud de discernimiento debe
acompañarnos toda la vida, especialmente apoyada desde la Hermandad por los
períodos de formación que ofrezca, tan necesarios para profundizar nuestra fe y
el conocimiento de Dios y la Iglesia. Así como las normas morales. Es decir, se
debe profundizar en la vida cristiana, e impregnarse del espíritu de las
Reglas que marcan las pautas de la Hermandad y que siempre están en sintonía
con las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia.
Después de
su compromiso, el miembro de la Hermandad mira a los demás miembros de la misma
como a hermanos y se ha de considerar a si mismo como un testigo de la vida
cristiana en medio del mundo; y tomar más conciencia de ello en todos los
ámbitos de su vida (familiares, profesionales, sociales, etc.) y
cristianos (eclesiásticos, parroquiales, y cofrades).
Para todo
cristiano, y por tanto para todo hermano, es importante la vida espiritual, que
se ha de cuidar con la oración y el silencio personal. Esta vida de oración es
favorecida en el seno de la Hermandad mediante los Cultos a los Sagrados
Titulares, principalmente por medio de la celebración de la Eucaristía en
quinarios, triduos, misas de Hermandad y la misa dominical. Es un modo de crear
la comunión con Dios y con el prójimo y, depende sobre todo de una actitud
interior para escuchar a Dios. También la Estación de penitencia es un momento
privilegiado para la oración, la reflexión, y el sacrificio en silencio.
Contemplando la Pasión, muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Momento central de la fe de la Iglesia. Por eso, se nos invita a que además de
hacer la Estación de penitencia, asistamos y participemos, en la medida de lo
posible, en los oficios del Triduo Pascual (Jueves Santo, Viernes Santo y
Domingo de Resurrección).
Para cuidar
y acrecentar no sólo la fe, sino la vivencia en Hermandad, ésta organiza actos
de diversa índole donde los hermanos confraternizan: cultos, y otras
actividades enfocadas al diálogo, la formación, la convivencia y el ejercicio
de obras de caridad.
En definitiva, hacerse hermano de una Hermandad, no es simplemente porque te gusta el paso, los titulares, o alguna cosa material, que no está mal, sino que compromete a esa persona a asistir a los cultos, participar en la vida de hermandad, y demás normas que tienen aprobadas las Hermandad, además de sentirte llamado por la forma de trabajar, de hacer las cosas y sobre todo de una verdadera Hermandad Católica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario