sábado, 15 de diciembre de 2012

Guión: Misa solemne de Nochebuena


Ritos iniciales

La proclamación del himno que sigue -o de una parte de él, si pareciera demasiado largo- puede introducir la Eucaristía de esta “santísima Noche” (1). Sería oportuno acompañarlo con el órgano, con las notas de la conocida canción “Noche de paz”, u otra apropiada. Esto contribuiría a crear el clima de solemnidad propio de la grandeza de esta Noche. A la lectura de dicho himno puede seguir la procesión de entrada según las normas del Misal, y un canto adecuado, que puede ser el mismo cuya melodía se ha escuchado durante la recitación de aquél.

Himno a la mística Noche de amor y paz

“¡Oh, Noche refulgente y gozosa, que conociste el momento en que la Palabra omnipotente del Padre celestial  fue pronunciada sobre la Tierra!


¡Oh, Noche de amor y felicidad, en que exultaron de júbilo los Coros angelicales!


¡Oh, Noche majestuosa, por ti suspiraban los Justos del Antiguo Testamento!


¡Oh, sublime Noche de fulgores, esperada ansiosamente por la humanidad sedienta de amor!


¡Oh, Noche excelsa y sacrosanta, que presenciaste a la naturaleza expectante, mientras aguardaba el brote del Eterno Retoño!


¡Oh, Noche más clara que el día y más brillante que las estrellas, que anunciaste el Nacimiento del Mesías, Astro de preciosos resplandores!


¡Oh, misteriosa Noche de gracia, que acompañaste en el parto a la Rosa Mística, quien, por el rocío del Espíritu, daba a luz al perenne Pimpollo!


¡Oh, Noche de delicias, que saboreaste el Fruto dulce nacido de la fragante Flor!


¡Oh, Noche radiante y solemne, que custodiaste junto al santo Carpintero, los dos tesoros más preciosos del universo. El Hombre-Dios y la Madre-virgen!


¡Oh, Noche sacratísima, permite que nos asociemos a tu glorioso esplendor mediante la evocación de los profundos misterios que nos revelas: el Nacimiento de la Luz conciliadora, la manifestación de la Sabiduría eterna e increada, la visita del Amor encarnado y la Venida del Maná verdadero, Jesucristo, Hijo Único del Eterno Padre!”.


Luego de la procesión de entrada y del saludo propio del Misal, tiene lugar el canto delKyrie, el cual puede introducirse con los siguientes tropos u otros:

-Tú, engendrado por el Padre desde la eternidad, Kyrie, eleison.

-Tú, Creador del tiempo, que Te introduces en nuestra historia en esta Noche esplendorosa, Christe, eleison.


-Tú, que por la gracia, no dejas de venir a nuestras almas, Kyrie, eleison.

Proclamatio Nativitatis Domini nostri Iesu Christi: Anuncio oficial de Navidad

El Martirologio Romano recoge un valioso texto con el solemne Anuncio del Nacimiento de Jesús, texto que aún hoy sigue proclamándose inmediatamente antes de la Misa papal de Nochebuena. Ofrecemos una breve adaptación que puede ser recitada o cantada en este momento que precede al himno  Gloria in excelsis.

“Cuando habían pasado muchos siglos desde la creación del mundo; después de los Patriarcas, Profetas y Jueces, bajo el gobierno del emperador César Augusto, estando todo el orbe en paz, en la sexta edad del mundo, Jesucristo, Dios Eterno e Hijo del Eterno Padre, queriendo consagrar al mundo con su misericordioso Advenimiento, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y pasados nueve meses desde su Concepción, en una Noche como ésta, nació, hecho hombre, de la Virgen María, en Belén de Judá.

El texto se concluye con la siguiente aclamación solemne:
"NAVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN LA CARNE.”

Luego de lo cual se canta el Himno Gloria in excelsis. Simultáneamente algunos ministros pueden ingresar procesionalmente con el Niño Jesús, ofrendas florales y cirios. El Niño se entroniza en un lugar adecuado, y después de la celebración. se lleva solemnemente al pesebre. En la Misa del beato Juan Pablo II se procedía así.

Si no, el ingreso de la imagen del Niño y su entronización, puede hacerse antes del comienzo de la celebración, tal y como ocurre en la Misa del Santo Padre Benedicto XVI:

La imagen es colocada en un lugar central y venerada con incienso por el celebrante principal (con tres golpes dobles, al tratarse de una imagen de nuestro Señor). En este caso y también si, omitido el ingreso solemne, la imagen del Divino Infante ya está en el pesebre desde el comienzo, se inciensa, luego del Altar, y sólo entonces; pero nunca después, durante la Misa. Esto vale para cualquier imagen sagrada. Lo explicitan claramente las normas litúrgicas.

En la Misa de nuestro Papa Benedicto, la imagen es llevada procesionalmente por un diácono, luego de la Bendición final, hasta el pesebre. Aquí sí se inciensa, puesto que la Misa ya ha concluido. El Santo Padre es el primero en venerar al Niño, ya depositado en el pesebre.

GLORIA IN EXCELSIS DEO

Puede introducirse con estas palabras:

En esta Noche santa, resuenan en el Cielo y en la Tierra los Coros de los ángeles. Cantemos con ellos la Gloria de Dios.

Al canto de este himno, donde las haya, deben hacerse repicar las campanas, como ocurre significativamente sólo dos veces al año, en la venerable basílica vaticana (Nochebuena y Vigilia Pascual).

Liturgia de la Palabra

Primera lectura: Is. 9, 1-6

Hoy, en el pesebre, resplandece para nosotros la Luz verdadera: Cristo, el Señor.

Segunda lectura: Tit. 2, 11-14

Hoy se nos ha manifestado la gloria y el amor de Dios, en el Nacimiento del Salvador según la carne.

Evangelio: Lc. 2, 1-14

“Hoy ha nacido el Salvador”. Es el anuncio de los ángeles, que se escucha en toda la Tierra. Que resuene también en nuestro corazón.

Profesión de fe:

Puede introducirse con las siguientes palabras:

En esta Nochebuena del Año de la Fe, cantemos (recemos) la Profesión de Fe, tesoro inapreciable de la Iglesia de todos los tiempos. 

Recordar a los fieles que deben arrodillarse al pronunciar las siguientes palabras del Símbolo de los Apóstoles: "...fue concebido..." hasta "...nació de Santa María Virgen..."inclusive. Con una rodilla si se reza, con las dos si se canta. Si se reza el Credo nicenoconstantinopolitano, debe procederse de la misma manera, desde las palabras "se encarnó..." hasta "...se hizo hombre".

Oración de los fieles

La Oración de los fieles sugerida para esta Noche es semejante a la del Viernes Santo, por su carácter solemne y “verdaderamente universal” (Cf. Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, 111). Un lector propone la intención, y el celebrante reza la oración correspondiente. Un modo más breve puede ser rezar sólo la oración, o incluso algunas de ellas.

Ofrezco dos modelos. El primero, directamente traducido al español, perteneciente a la liturgia papal de la Misa de Nochebuena del año 2010. Me pareció importante rescatarlo porque menciona a las diversas categorías de santos implicados en el misterio de esta sagrada Noche. Es curioso que la última de las preces, (por cierto, muy acorde con el Año de la Fe), pida la intercesión de los "Santos Magos", recogiendo la tradición popular que les rinde culto, pues confiesa que estos Sabios orientales son moradores de la Jerusalén celeste.

El segundo, más sencillo, procura exaltar la santidad de esta Noche de gracia, ideal para experimentar la bondad del Señor.

El sacerdote puede introducir la Oratio fidelium con las siguientes palabras o con otras semejantes:

"En espíritu de adoración ante el Verbo de Dios hecho carne, agradecidos por su dulce presencia, elevemos nuestras súplicas al Padre celeste". (Liturgia papal de 2010).

O bien:

“Hermanos, en comunión con María, Madre de la Luz verdadera, y con José, varón justo, dirijamos nuestras súplicas al Mesías, en la misma Noche bendita de su Nacimiento”.

Primer modelo (Liturgia papal de 2010):

A cada súplica respondemos:

R. Concédnos la paz en nuestros días, Señor.

-Oremos por la Santa Iglesia de Dios.
+El Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, que Hoy ha dado al mundo al Salvador, le conceda el don de la consolación, de la unidad y de la paz. Oremos.

-Oremos por nuestro Santo Padre, el Papa Benedicto XVI.
+El Señor, por intercesión de San José, le dé la gracia de perseverar con renovado celo y caridad pastoral, en el ministerio petrino que Él mismo ha querido confiarle. Oremos.

-Oremos por las necesidades de la vida humana.
+El Señor, por intercesión de los Santos Profetas, inspire en los creyentes y en los hombres de buena voluntad, el respeto por la dignidad de la persona humana, desde la concepción hasta la muerte natural. Oremos.

-Oremos por todo el mundo.
+El Señor, por intercesión de los Santos Ángeles, dé a aquellos que tienen responsabilidades políticas, el coraje de trabajar incansablemente en favor de una pacífica convivencia entre los pueblos. Oremos.

-Oremos por la familia de Dios, Hoy aquí congregada.
+El Señor, por intercesión de los Santos Magos, reúna en la Iglesia a sus hijos esparcidos por todos los rincones del globo, y la haga Madre amable de esta multitud de hijos, llamados por el Espíritu de Cristo a la fe y al bautismo. Oremos.

Nótese que a modo de excepción, las preces pueden dirigirse directamente a Jesús.

Segundo modelo
A  cada intención respondemos: 

R. Christe, audi nos, Christe, exaudi nos

O bien :

R. Niño de Belén, bendícenos

(-La Iglesia, revestida de Luz celestial, presenta Hoy el Recién nacido a todos los pueblos de la Tierra.)

+Señor Jesús, por el Misterio de esta sagrada Noche, fortalece el testimonio de tu Iglesia ante el mundo. Oremos.


(-Hoy, todos los católicos nos unimos en el único Sacrificio al Sumo Pontífice, que preside en la basílica vaticana.)


+Señor Jesús, protege al Santo Padre Benedicto XVI, y haz que sea el primero en manifestar con su vida, el don de tu Presencia entre nosotros. Oremos.


(-En esta Noche extraordinaria, pensamos en nuestros hermanos que sufren, diseminados hasta en los más remotos rincones del Planeta.)


+Señor Jesús, que tu Espíritu, Fuego de Amor que abrasa esta Noche, arda en el corazón de los que sufren y reavive su esperanza. Oremos.


(-Dice el beato Juan Pablo II: “La santidad de esta Noche se abre desde el tiempo a la eternidad”.)


+Señor Jesús, Astro resplandeciente del Padre, por el Misterio de esta Navidad, concede a los difuntos el perdón definitivo. Oremos.


(-En este Año de gracia que ha convocado nuestro Papa, los católicos del Tercer Milenio nos reunimos para celebrar la Nochebuena.)


+Señor Jesús, nacido Hoy por Amor, enséñanos a vivir de tal manera, que demos testimonio de que eres de verdad Emmanuel, Dios con nosotros. Oremos.


Liturgia de la Eucaristía

Ofertorio

Sería oportuno organizar una procesión de ofrendas.

Como los pastores de Belén, también nosotros llevamos dones a Dios. En medio del celestial resplandor de esta Noche, nos ofrecemos nosotros mismos al Niño, para que con tierno abrazo de amor, nos una a Sí en la única Ofrenda agradable al Eterno Padre.


Comunión

“Oh, Emmanuel, seas bienvenido a nuestra Tierra; seas bienvenido a nuestro corazón, tierna Espiga que Hoy ha brotado en Belén, Casa del Pan”

Quienes no estén en condiciones de recibir sacramentalmente el Cuerpo y la Sangre del Señor, pueden comulgar espiritualmente orando así:

“Pequeño y dulce Niño, ven espiritualmente a mí, habita en mi corazón y concédeme, en esta Noche gozosa, el don de la paz que han anunciado tus Ángeles”.

Veneración del Niño

El “beso  de la imagen del Niño”  en esta Noche santa, si bien no es un gesto estrictamente litúrgico, goza de gran estima por parte de la piedad popular. Puede realizarse luego de la Oración después de la comunión (1). A veces conviene también realizarlo luego de la Bendición solemne final, para que sólo quienes dispongan de tiempo realicen este gesto piadoso, evitando así que muchos se vayan sin haber recibido la Bendición.

Ritos finales
 
Despedida

Imitemos a los santos ángeles, y demos al mundo la Buena Nueva: ¡Ha nacido el Redentor! Él es nuestra paz, nuestra esperanza y nuestra felicidad.








viernes, 14 de diciembre de 2012

PREGUNTAS Y RESPUESTAS (II)


Seguimos en este artículo con varios temas, sobre los cuales a veces no se tiene la suficiente formación. 

¿Qué es una archidiócesis? Sabemos que la Iglesia se organiza, territorialmente hablando, en diócesis que, en España, coinciden esencialmente con las provincias, con algunas excepciones. A su vez, las diócesis se agrupan en provincias eclesiásticas. Al frente de cada diócesis se pone a un obispo como cabeza máxima de la Iglesia. Una archidiócesis no es más que una diócesis a la que la Santa Sede le da ese título honorífico por cuestiones de antigüedad, tradición histórica, considerarse origen de otras o por ser una región importante por su población u otras cuestiones. El obispo que está al frente de una archidiócesis ostenta el título de arzobispo. La archidiócesis preside un grupo de diócesis de una región, que reciben el nombre de "diócesis sufragáneas". Sevilla es una archidiócesis, porque preside la provincia eclesiástica del mismo nombre, que comprende las diócesis de Sevilla, Cádiz y Ceuta, Canarias, Córdoba, Huelva, Jerez de la Frontera y Tenerife. Así, se dice la diócesis de Cádiz es sufragánea de la de Sevilla. Las provincias eclesiásticas, que tienen de propio derecho personalidad jurídica, están presidida por el metropolitano, quien es, a su vez, arzobispo. El oficio de arzobispo metropolitano va anejo a la sede episcopal, de la que recibe el nombre la provincia eclesiástica. En otras naciones se las llama arquidiócesis. 

¿Qué diferencia hay entre un obispo y un arzobispo? En sentido estricto, ninguno. Ambos han recibido la misma ordenación episcopal. El arzobispo es un cargo honorífico, que preside la provincia eclesiástica, pero no “manda” en las diócesis sufragáneas, ya que cada obispo es soberano en su territorio. Así pues, la influencia del arzobispo en la vida de dichas diócesis es más de preeminencia que de injerencia, a no ser que existan razones de fuerza mayor para ello, como la imposibilidad de un obispo para regir la vida de su diócesis. 

¿Es lo mismo un monje que un fraile? No. Los monjes son religiosos que pertenecen a Órdenes religiosas monásticas, cuyo carisma es la de vivir apartados del mundo dedicados a la oración, el estudio y el trabajo manual artesano o agrícola. Viven en monasterios que, por propia definición, están apartados de las ciudades para facilitar esa vida monástica. Monjes son, sin ser exhaustivos, los cartujos, los cistercienses, los jerónimos, los trapenses, los benedictinos. El superior del monasterio se denomina abad. Los frailes, en cambio, pertenecen a Órdenes religiosas de las llamadas “mendicantes”, y se dedican a labores de caridad, predicación, enseñanza, catequesis, cuidado de enfermos y similares. Viven en conventos, que pueden estar en las ciudades, por razones de su propia misión. Frailes son, sin agotar la lista, los franciscanos, los carmelitas, los mercedarios, los trinitarios, los dominicos, los mínimos. El superior del convento se denomina prior. Las diferencias entre monje y fraile eran más acusadas en siglos pasados. Además existen Congregaciones religiosas (como salesianos o claretianos) y Órdenes de clérigos regulares (como los jesuitas). 

¿Qué es el clero regular y el clero secular? La diferencia estriba en que el clero regular pertenece a una Orden o Congregación, que tiene su propia Regla (de ahí viene regular), generalmente con los llamados tres votos. Se les llama también “religiosos”. El clero secular o diocesano no pertenece a ninguna Orden y está bajo la jurisdicción directa de su obispo. Lógicamente, la disciplina que impone la Regla solo afecta a los que, voluntariamente, la han aceptado al ingresar en la Orden o Congregación, al modo similar de un hermano que ingresa en una hermandad o cofradía. 

¿Hacen los curas voto de castidad? Hay un gran desconocimiento sobre el tema de los votos religiosos. En principio, los votos de castidad, pobreza y obediencia solo lo hacen los que ingresan en Órdenes o Congregaciones y que los tengan en sus Reglas, que no todas estas asociaciones los tienen. Son propios del clero regular. Así, un religioso se obliga por el voto de castidad a ser casto, por el de pobreza a no tener bienes propios y a obedecer a su superior. Los bienes se poseen en común: si hay un coche, será para servicio del convento, si el fraile gana un dinero, predicando por ejemplo, lo entrega al prior y así sucesivamente. No puede tener dinero propio. En cambio, el sacerdote secular no profesa votos de ningún tipo. Eso sí, hace promesa de mantenerse célibe (o sea, no casarse), lo cual implica abstinencia completa. También promete obediencia y respeto al obispo. Sobre la pobreza, el sacerdote secular puede poseer bienes propios, o sea, ser dueño de un coche o un piso, venderlos, comprarlos, tener cuentas bancarias y ahorros, exactamente igual que cualquier laico. Eso sí, no debe llevar una vida ostentosa y vivir con moderación y austeridad por el ejemplo a los fieles.  

¿Qué es un cura vago? Aunque la palabra evoque a alguien que no quiere trabajar no tiene nada que ver. Se llama cura vago a aquel sacerdote que no depende jurídicamente de ningún obispo, pero que sigue siendo cura.  Vago hace referencia a que “vaga”, que no tiene domicilio fijo y va de un sitio a otro. El Código de Derecho Canónico prohíbe estas situaciones, en el canon 265, que obliga a todo clérigo a estar incardinado, bien en una Iglesia particular o bien en un instituto o sociedad. 

¿Puede un sacerdote secular mudarse de diócesis, región o país sin más trámite? Rotundamente no. En principio, el clérigo queda incardinado (adscrito) a la diócesis en la que se ordena de diácono. Eso no significa que deba estar de por vida en la diócesis en la que se ordenó. Con los debidos permisos y autorizaciones, puede incardinarse en otra diócesis distinta, pero siempre por causa justa, no por puro gusto o capricho.

jueves, 13 de diciembre de 2012

AYUDA A PERSONAS, PROPÓN IDEAS Y CÓMO CONSEGUIRLAS



Gracias a todos los lectores que habéis sido fieles seguidores de éste blog. Los directores de este blog hemos pensado que a parte de enseñar liturgia, poner noticias cofrades, y un montón de cosas más, que está muy bien, se nos tiene que notar que somos cristianos católicos, y me refiero a la Caridad. Por eso hemos tenido una idea.

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Rúbrica y Liturgia de la Iglesia: El Sacristán

Sacristán


Se dice de aquel intendente al cual se le confiere el cuidado de la sacristía, la iglesia, y su contenido. En tiempos antiguos, muchos deberes del sacristán fueron realizados por los conserjes (ostiarii), posteriormente por los mansionarii y los tesoreros. Los Decretos de Gregorio IX (lib. I, tit. xxvi, “De officio sacristæ” hablan del sacristán como si este tuviera un oficio honroso anexo a cierto beneficio, y menciona que este deber era cuidar de los vasos sagrados, las vestimentas, las luces, etc. Hoy en día el sacristán es elegido o designado. El “Cæremoniale episcoporum” prescribió que en la catedral y las iglesias colegiales, el sacristán deba ser un sacerdote, y describe sus tareas respecto a la sacristía, la Sagrada Eucaristía, la pila bautismal, los oleos sagrados, las reliquias sagradas, la decoración de la iglesia para las diferentes épocas y festividades, la preparación de lo necesario para las diversas ceremonias, la pregustación en la Misa pontificia, el sonar de las campanas de la iglesia, la conservación del orden en la iglesia, y la distribución de las Misas; y finalmente sugiere que se designen uno o dos canónigos cada año para supervisar la tarea del sacristán y sus asistentes. También se menciona en los Decretos al cuasi-sacristán (custos) (lib. I, tit. xxvii, "De officio custodis"). Era el asistente del sacristán, estaba sujeto al archidiácono, y con tareas muy similares a aquellas del sacristán. Ahora dicho oficio casi no tiene ningún beneficio, pero es usualmente una posición remunerada. El Concilio de Trento deseaba que, de acuerdo con los viejos cánones, los clérigos debían ocupar dichos oficios; pero en la mayoría de las iglesias, tomando en cuenta la dificultad de tener clérigos, hombres laicos realizan las tareas del sacristán y del cuasi-sacristán.





Sociedades del Altar
Existen sociedades del altar relacionadas con la mayoría de las iglesias parroquiales. Los deberes de sus miembros varían de acuerdo a las circunstancias, en algunos casos incluyen aquellos que ordinariamente recaen dentro de la provincia del sacristán, tales como las vestiduras y los vasos sagrados, alistándolos para la Misa del sacerdote, y cosas por el estilo, pero como cosa general consisten en el pago de las cuotas anuales a un fondo para el mantenimiento y reparación de los accesorios usados en las ceremonias de la Iglesia y en algunas ocasiones también del pago de cierta mano de obra involucrada en éste propósito. Las sociedades del altar difieren de las sociedades del tabernáculo en que su trabajo es para beneficio de la iglesia a la cual están asociadas.


La Hermandad de San Juan Berchmans, conocida como Asociación Piadosa de Servidores de la Misa y de Sacristanes, fue fundada por Vincent Basile, S.J., misionero Apostólico entre los Eslavos meridionales, para acólitos laicos, jóvenes del coro, sacristanes, y todos aquellos que tengan alguna tarea que realizar como servicio a la Iglesia. Su objetivo es inducir a todos sus miembros a realizar sus deberes piadosamente y de manera adecuada a las ceremonias en que participan, para la Gloria de Dios y la educación de los fieles. Las reglas recopiladas por el Padre Basile obligan a los miembros al silencio absoluto en la iglesia, la genuflexión devota al pasar enfrente del Sagrado Sacramento, y la clara pronunciación de las palabras de las oraciones litúrgicas. Se espera que este mismo recato caracterice su conducta aun en la sacristía, y se les requiere asistir a las reuniones mensuales y a recibir la Sagrada Comunión al menos una vez por mes. El director debe ser ya sea el pastor o presbítero comisionado por él. Aunque no es una cofradía por llamarle así, está hermandad fue aprobada por el Papa Pio XII, 21 septiembre, 1865, y se otorgaron indulgencias a sus miembros, sujetas a las condiciones usuales.





Fuente: Enciclopedia Católica.
Fotos: www.etnografo.com
www.gentedelpuerto.com
www.artesacro.org

Rúbrica y Liturgia de la Iglesia: El Tabernáculo.

Tabernáculo

En la Edad Media, tabernáculo significaba, en ocasiones, el altar del copón, una estructura apoyada sobre pilares y cubierta con un baldaquín, puesta sobre un altar, a veces un ostensorio o una custodia, un receptáculo, en forma de torre, para preservar y exponer reliquias y el Santísimo Sacramento, a veces, por último, como se utiliza hoy, el nombre dado a un receptáculo que contiene el viril. Es decir que, en la actualidad, en el uso eclesiástico, es únicamente el nombre del receptáculo o cofre colocado sobre la mesa del altar mayor o de otro altar, en donde se guardan los vasos que contienen el Santísimo Sacramento, como el copón y la custodia. Como regla general, en las catedrales y en las iglesias monásticas, no se coloca en el altar mayor sino en un altar lateral, o en el altar de la capilla dedicada especialmente a los sacramentos; esto se hace tanto a título de la reverencia que se le debe al Santísimo Sacramento como para evitar interferir con el desarrollo de las ceremonias de las celebraciones solemnes que se llevan a cabo en el altar mayor.




Por otra parte, normalmente se pone sobre el altar mayor en iglesias parroquiales, por ser la ubicación más apropiada ("Cærem. ep.", I, xii, No. 8; "Rit. rom.", tit. IV, i, no. 6; S.C. Episc., 10 febrero, 1579). La Sagrada Congregación de Ritos ha tomado varias determinaciones en relación con el tabernáculo. Según éstas, para mencionar sólo las decisiones más importantes, no se exponen reliquias ni imágenes para ser veneradas sobre o delante del tabernáculo ("Decreta auth.", nos. 2613, 2906). Tampoco se permite colocar floreros ante la puerta del tabernáculo de modo que lo oculten (no. 2067).




El interior del tabernáculo debe ser dorado o tapizado en seda blanca (no. 4035, ad 4); sin embargo, el exterior deberá estar cubierto por un paño que debe ser blanco o que debe cambiarse según el color de los ornamentos del día; este manto se conoce con el nombre de conopeo (no. 3520; cf. "Rit. rom., loc. cit.). La bendición del tabernáculo es habitual pero no obligatoria.





HISTORIA
En la Edad Media no había una costumbre uniforme en cuanto al lugar donde se guardaba el Santísimo Sacramento. El Cuarto Concilio de Letrán, y muchos sínodos provinciales y diocesanos celebrados en la Edad Media, sólo exigían que la Hostia se mantuviera en un recipiente seguro, bien cerrado. A lo sumo, exigían era que se colocara en un lugar limpio y visible. Sólo unos pocos sínodos designan el lugar con más detalle, como los Sínodos de Colonia (1281) y de Münster (1279) que ordenaron que se mantuviera en un lugar elevado sobre el altar y protegido por una cerradura con llave. En términos generales, se pueden distinguir cuatro métodos principales de preservar el Santísimo Sacramento en la época medieval:

· En un gabinete en la sacristía, una costumbre relacionada con la usanza cristiana primitiva;

· En un gabinete empotrado en la pared del coro o en una proyección de una de las paredes, construida en forma de torre, conocida como la Casa del Sacramento, que a veces llegaba hasta la bóveda;

· En un viril, rodeado de una cubierta o receptáculo y generalmente cubierto por un pequeño baldaquín, suspendido sobre el altar por una cadena o cordón;

· Por último, sobre la mesa del altar, ya sea únicamente en el viril o en un receptáculo similar a un tabernáculo o a un pequeño cofre incrustado en el retablo o sobre la predela del altar.






Este último método se menciona en la "Admonitio synodalis" del siglo IX por Regino de Prüm (d. 915), más tarde por Durandus, y en las reglamentaciones emitidas por los Sínodos de Trier y de Münster, ya mencionado. Hay evidencia de trípticos que contiene cofres para guardar el Santísimo Sacramento que se remontan al siglo XIV, como, por ejemplo, el del altar de Santa Clara en la Catedral de Colonia, aunque no fueron muy numerosos hasta fines del período medieval. El altar mayor que data de 1424 en la Iglesia de San Martín en Landshut, Bavaria, es un ejemplo de una combinación de retablo y Casa del Sacramento. Para el siglo XVI ya se había convertido en costumbre, gradual y lentamente más generalizada, guardar el Santísimo Sacramento en un receptáculo colocado en un punto elevado sobre el altar. Este era el caso especialmente en Roma, en donde se inició esta costumbre, y en Italia en general, principalmente por el buen ejemplo de San Carlos Borromeo. El cambio se fue dando muy lentamente en Francia, en donde aún en el siglo XVIII seguía siendo habitual en muchas catedrales suspender el Santísimo Sacramento sobre el altar, al igual que en Bélgica y Alemania, donde la costumbre de utilizar la Casa del Sacramento se mantuvo en muchos lugares hasta después de mediados del siglo XIX cuando la decisión de la Sagrada Congregación de Ritos del 21 de agosto de 1863, puso fin al uso de dichos receptáculos.






Fuente: Enciclopedia Católica.

Fotos: http://www.holytrinityreading.org.uk
http://www.catedral.org.gt/
http://wa4.www.artehistoria.jcyl.es
http://bienmesabe.org
http://fr.fundacionmedinaceli.org

Rúbrica y Liturgia de la Iglesia: El uso litúrgico del agua.


Uso Litúrgico del Agua


Aparte del Agua Bendita (q.v.) que es usada por la Iglesia en muchos de sus ritos de bendición, y además del agua utilizada en el lavado de pies y manos (Verse LAVADO DE PIES Y MANOS) y en la fuente Bautismal (q.v.), el agua tiene un lugar reconocido en el ritual de toda Misa y en un cierto número de oficios pontificios y extraordinarios que incluye algunas formas de lavado. Con el respeto al agua mezclada con el vino en la Misa, los Padres desde mucho tiempo antes han tratado de buscar las razones de por qué la Iglesia usa un cáliz mixto mientras que la narrativa del evangelio implica que Cristo consagró vino puro. San Cipriano (Ep. LXIII, 13) discutiendo esta cuestión ve una analogía a la unión de Cristo con su gente creyente, pero, como el Concilio de Trento señala (Sess.XXII, De Missa, VII), es además esta referencia al flujo de sangre y agua del costado de Cristo, del cual la Iglesia, el dispensario de los sacramentos, fue formada, como una nueva Eva, del costado del nuevo Adán. Fue probablemente en alusión al anterior simbolismo (la unión de la gente con Cristo) que el antiguo “Ordines romani” dirigió el coro (schola cantorum) para presentar el agua en el ofertorio de la Misa.

Rúbrica y Liturgia de la Iglesia: Baptisterio

Baptisterio:

Es un edificio, separado del templo, en el que antiguamente se administraba solemnemente el sacramento del bautismo. También se llama así la parte del templo que ha sido diseñado con ese mismo propósito.





En épocas pasadas el término también se aplicaba a las piletas y otros sitios usados para bañarse. La palabra latina baptisterium también se utilizaba para significar el recipiente que contenía el agua del bautismo, y en la Iglesia Primitiva significaba tanto la fuente bautismal como el edificio o capilla donde aquella se ubicaba. Continua...

Rúbrica y liturgia de la Iglesia: IHS


Monograma del nombre de Jesucristo. Desde el siglo tercero, los nombres de nuestro Salvador han sido ocasionalmente abreviados, particularmente en las inscripciones cristianas (por ejemplo, IH y XP, para abreviar Jesús y Christus). En el siglo siguiente, la "sigla" (así se denomina a la chi-rho) la encontramos, no solamente como una abreviatura, sino también como un símbolo.




Desde el principio, sin embargo, en las inscripciones cristianas las nomina sacra, o nombres de Jesucristo, eran abreviados utilizando contracciones – IC y XC o IHS y XPS por Iesous Christos. Estos monogramas griegos continuaron su uso en el latín durante la Edad Media. Eventualmente, el significado correcto se perdió, y la interpretación errónea de IHS condujo a la ortografía defectuosa de "Jhesus." En el latín, la abreviación IHC raramente ocurre luego de la era de Carlomagno. El monograma se hizo más popular luego del siglo doce cuando San Bernardo insistió mucho en la devoción al Santo Nombre de Jesús, y del siglo catorce, cuando el fundador de los Jesuati, el Beato Juan Colombini (1637 †), lo usaba habitualmente en su pecho.



Hacia el final de la Edad Media, IHS se convirtió en un símbolo, así como el chi-rho durante el período constantino. A veces aparece una cruz encima de la H con tres clavos abajo, y toda la figura aparece rodeada de rayos. IHS se convirtió en la característica iconográfica adoptada por San Vicente Ferrer (1419 †) y por San Bernardino de Siena (1444 †), santo misionero, quien al final de sus sermones acostumbraba exhibir devotamente este monograma a su audiencia, por lo que algunos lo criticaron. Incluso llegó a ser llamado ante el Papa Martín V.


San Ignacio de Loyola adoptó el monograma en su sello de Superior de la Compañía de Jesús (1541), y de esa forma se convirtió en el emblema de su instituto. IHS se ha tomado algunas veces de forma errónea como "Jesus Hominum (o Hierosolymae) Salvator," es decir, Jesús, el Salvador de los hombres (o de Jerusalén = Hierosolyma).





Fuente: Enciclopedia Católica.

Rúbrica y Liturgia de la Iglesia: El Lavabo

Lavabo


(del latín lavare)

La primera palabra del fragmento del Salmo 25 que reza el celebrante de la Misa mientras se lava las manos después del ofertorio, de esta lleva su nombre toda la ceremonia.



El principio del lavado de las manos antes de celebrar la Santa Liturgia, es primeramente una obvia precaución práctica de limpieza también interpretada simbólicamente, sucede naturalmente en todos los ritos.


En los ritos orientales esto se hace al principio como parte de la vestidura; generalmente acompañada por el mismo fragmento del Salmo 25, versos 6-12, que se reza en el occidente posterior al ofertorio. En la Constitución Apostólica, VIII, 11, las manos del celebrante se lavan justo antes de la despedida de los catecúmenos (Brightman, 13), en los ritos siríaco y copto se lavan después del Credo (ib. , 82 y 162). Cirilo de Jerusalén también menciona un lavado que se hace en presencia de las personas (Cat. Myst., v). También, en el rito romano el celebrante se lava las manos antes de la vestidura, pero con otra oración (“Da Domine, viertutem, etc.”, en el Misal entre las “Orationes ante Misam”).


En Roma, durante la Misa, la razón del segundo lavado sin lugar a dudas fue su necesidad especial debido a la larga ceremonia recibiendo hogazas y recipientes de vinos de parte de la gente durante el ofertorio (todo esto ausente en los ritos Orientales). Las primeras ordenes romanas describen un lavado general de las manos por el celebrante y diáconos inmediatamente después que han recibido y llevado las ofrendas al altar (“Ordo Rom. I, 14; Orden de San Amando, en Duquense, “Origenes du Culte”, 443, etc.; en el “St Amand Ordo” el Pontífice se lava las manos antes y después del ofertorio). Aún no hay mención de recitación de salmo u oración alguna.


En el rito gálico las ofrendas se preparaban antes de la Misa, como en Oriente; por ende no había ofertorio ni oportunidad para el posterior lavabo. En Milán hay un ofertorio tomado de Roma, pero no hay lavado de manos en este momento, la liturgia mozárabe también tiene un ofertorio romanizante y un lavado pero sin oraciones (“Missale Mixtum”, P.L., LXXXV, 538). En la Edad Media el rito romano tenía dos lavados de manos en el ofertorio. Uno antes, mientras el diácono esparcía los corporales en el altar y otro inmediatamente después de la incensación después del ofertorio (“Durandus Rationale”, IV, 28; Benedicto XIV, “De SS. Missa Sacrif.”, II, 11). El primero de ambos ha desaparecido. El segundo se acompañaba con los versos 6-12 del Salmo 25. Este salmo es inicialmente mencionado por los comentaristas medievales. No hay duda que fue recitado desde muy temprano como una devoción según la ocasión. Este acompaña el lavado previo a la Liturgia en el rito bizantino. Benedicto XIV apunta que tan tarde como en su tiempo, siglo XVIII, “en algunas Iglesias solo se recitan algunos versos” (loc. Cit.), aunque el Misal requiere que todos los versos (es decir del verso 6 hasta el fin) sean recitados. Cirilo de Jerusalén, ya explica el lavarse como un símbolo de pureza del alma; todos los escritores medievales; Santo Tomas de Aquino, “Suma Theol.”, III, Q. lxxxiii, art. 5, ad lum; etc.), insisten en esta idea. La regla actual es la siguiente: en una Misa mayor (o cantada), luego del ofertorio, tan pronto como el celebrante haya hecho la incensación del altar y de sí mismo en el epistolario, permanece hasta que sus manos hayan sido lavadas por los acólitos que deben de estar esperando en la mesa de credencia. El primer acólito echa agua del contenedor sobre los dedos del celebrante hacia el pequeño plato, el segundo le provee un paño para secarse los dedos. Mientras tanto, el celebrante recita: “Lavabo inter inocentes”, etc., hasta el fin del salmo, con un “Gloria al Padre” y “Sicut erat”. El Gloria no se utiliza en las misas para los difuntos y en misas de tempore desde el Domingo de Ramos hasta el Sábado de Gloria exclusivamente (“Ritus celebrandi”, VII, 6, en el Misal). Un Obispo en una Misa mayor utiliza la “preciosa” mitra (mitra pretiosa) durante su incensación y lava sus manos: en este caso unas vasijas de plata más grandes son normalmente utilizadas, pero el “Cerimoniale Episcoporum” no lo menciona. En misas menores, ya que no hay incienso, el celebrante va al lado del epistolario y se lava las manos de la misma manera inmediatamente después de la oración “Veni sanctificator”. Para su conveniencia el ambón (tipo de atril fijo), contiene las oraciones recitadas cuando se bendice el agua antes de añadirse al cáliz (“Deus qui humanae substantiae”) y los versos “Lavabo”, etc.


Fuente: ADRIAN FORTESCUE, Enciclopedia Católica.

BELENES CON IMÁGENES A TAMAÑO NATURAL(V)



BELÉN HERMANDAD DEL AMOR SEVILLA




BELENES CON IMÁGENES A TAMAÑO NATURAL(IV)



BELÉN DE LA HERMANDAD DEL VALLE DE SEVILLA








BELENES CON IMÁGENES A TAMAÑO NATURAL(III)



BELEN MONUMENTAL CON IMAGENES DE TAMAÑO REAL EN LA CATEDRAL DE MALAGA DE DIFERENTES HERMANDADES




Fotos del Blog Azul y Plaza

BELENES CON IMÁGENES A TAMAÑO NATURAL(II)



BELÉN PARROQUIA SAN LORENZO Y HDAD DE LA BOFETÁ DE SEVILLA



    

    

Fotos de Arte Sacro

BELENES CON IMÁGENES A TAMAÑO NATURAL(I)

BELÉN CON IMÁGENES DEL MISTERIO DE LA HERMANDAD DE LA SENTENCIA DE CÓRDOBA

  

   

Altar Triduo de la Inmaculada Concepción de la basílica de San Juan de Ávila (2012)










     


Gracias por las fotos al Blog Montilla: Imágenes de Cultos