sábado, 8 de diciembre de 2012

DOCUMENTAL HISTORIA DE LA VIRGEN, MARÍA DE NAZARET











Como hoy es la Solemnidad de la Santísima Virgen María, Inmaculada Concepción, os dejo con una brevísima explicación del Nombre de María, y con el documental. María (en arameo, מרים, 'Mariam') es el nombre que se usa en los evangelios para referirse a la madre de Jesús de Nazaret. Para los cristianos católicos, ortodoxos, coptos, anglicanos y otros grupos cristianos orientales, son más usadas las expresiones «Santísima Virgen María», «Virgen María», «Madre de Dios» o simplemente «la Virgen». En el islam se usa el nombre árabe Maryam.








EL SAGRARIO

El «sagrario» o «tabernáculo» es un pequeño recinto, a modo de caja o armario, donde se guarda la Eucaristía después de la celebración para que pueda ser llevada a los enfermos o puedan comulgar fuera de la misa los que no han podido participar en ella.

La palabra «sagrario» ya indica que es el lugar donde se guarda lo sagrado. «Tabernaculum» en latín significa «tienda de campaña»: de ahí la fiesta de los Tabernáculos o de las Tiendas de Israel, y sobre todo la «tienda del encuentro» que era su punto de referencia a lo largo de la travesía del desierto. Ahora, la verdadera «tienda» es Cristo mismo (Hb 9,11.24), el Verbo que se ha hecho carne y ha plantado su tienda entre nosotros (Jn 1,14).
En los primeros siglos se guardaba la Eucaristía en casas particulares, con sumo respeto. A partir del S. XI se colocaba en un sagrario encima del altar.
Hoy día el sagrario no se coloca sobre el altar: «la presencia eucarística de Cristo, fruto de la consagración, y que como tal debe aparecer en cuanto sea posible, no se tenga ya desde el principio por la reserva de las especies sagradas en el altar en que se celebra la misa» (ROCE 6: E 986). La Eucaristía se reserva en un solo sagrarioen cada iglesia u oratorio, colocado en un lugar noble y destacado, convenientemente adornado, fijado permanentemente sobre un altar, pilar, o bien empotrado en la pared o incorporado al retablo. Debe estar construido de materia sólida (pueden ser metales preciosos como oro, plata, metal plateado, madera, cerámica y similares) y no transparente, cerrado con llave, en un ambiente que haga fácil la oración personal fuera del momento de la celebración, y por tantomejor en una capilla separada (capilla sacramental).
Sería un grave abuso colocar el sagrario en una capilla o lugar al fondo de la iglesia o detrás de los asientos de los fieles. Para que sea un lugar muy destacado o distinguido debe poder ser visto desde la nave y ser fácilmente localizable.
Es costumbre colocar un corporal dentro y recubrir sus paredes externas con un tejido rico o con oro (conopeo).
Junto al sagrario luce constantemente una lámpara, con la que se indica y honra la presencia de Cristo. La presencia del Señor en el sagrario se indica además, si es el modo determinado por la autoridad competente, por medio del conopeo (cf. IGMR 276-277; RCCE 9-11).
El conopero (del griego Konopeion) es una especie de velo o mosquitera a modo de tienda que cubre el sagrario. Su uso es facultativo y debe ser blanco o del color litúrgico del día, nunca negro. Este velo representa la tienda santa del Señor.
La lámpara que arde perpetuamente junto al sagrario debe estar alimentada con aceite o cera, nunca con otro combustible. Es preferible la luz natural pero el obispo puede autorizar una luz eléctrica.
En definitiva, el sagrario es, en palabras de Pablo VI, el corazón vivo de cada una de nuestras iglesias. Por esa razón, el espacio que rodea al sagrario debe conducir a la adoración y oración personal, con asientos, reclinatorios y libros de espiritualidad eucarísticos que ayuden a adorar a nuestro Señor.










PREGUNTAS Y RESPUESTAS (I)


Vamos en este artículo, de sabor veraniego, a responder a varias cuestiones que pueden surgir dudas.

¿Dónde está el Cuerpo y la Sangre de Cristo? En primer lugar, si preguntamos a una persona que se toma al recibir la comunión nos dirá, probablemente, que el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Si insistimos y le volvemos a preguntar que dónde está el Cuerpo y dónde la Sangre de Cristo es fácil que responda: el Cuerpo está en la hostia y la Sangre en el vino. Craso error. En ambas especies está completo el Cuerpo y Sangre de Cristo. Así pues, al comulgar en cualquiera de las dos especies, hemos recibido el mismo alimento celestial.¿Se puede recibir la comunión sin haber antes confesado, teniendo conciencia de estar en pecado? Pues sí, aunque solo en determinadas circunstancias: que no exista la posibilidad de confesar sacramentalmente en ese momento, con lógico arrepentimiento  y siempre con la obligación de confesar, cuando antes sea posible. Por lo tanto, se puede, pero no como norma.¿Puede cualquier sacerdote administrar cualquier sacramento? En principio hay que decir que la idea, pienso que generalizada, de que cualquier sacerdote, por el hecho de serlo, puede administrar cualquier sacramento en cualquier lugar o circunstancia es errónea. Solo el Papa y los cardenales pueden administrarlos sin restricción, en cualquier parte del mundo. Los sacerdotes reciben una autorización expresa de su obispo para celebrar matrimonios y oír confesiones, por ejemplo. Están autorizados de por sí el obispo, su vicario, los párrocos, sus vicarios y sus sustitutos. Ahora bien, para celebrar un matrimonio un sacerdote que no esté en esos supuestos debe tener autorización. Fuera de su diócesis, los presbíteros e incluso un obispo,  no podrán hacerlo si el obispo titular se lo niega. Igual para oír confesiones. Si lo hace, el sacramento sería válido, pero no lícito. Cada sacramento tiene su ministro y todos los sacerdotes pueden administrarlos, pero con las debidas autorizaciones en algunos casos, incluso la Confirmación, aunque el ministro propio debe ser el obispo. El sacramento del Orden está reservado al obispo.¿Qué ocurre si se recibe un sacramento por una persona no autorizada? Eso puede suceder o bien porque el sacerdote no tenga la autorización debida o porque no sea persona ordenada. Depende de qué sacramento estemos hablando. Para celebrar la Eucaristía, la Reconciliación, el Orden,  la Confirmación y la Unción de Enfermos hay que estar ordenado necesariamente. Si se han recibido esos sacramentos de personas no ordenadas, el sacramento no se ha realizado, es inválido.Distinto es el Bautismo y el Matrimonio, sacramentos para los que no es imprescindible estar ordenado. En caso de necesidad o con una autorización expresa del obispo, cualquier persona puede bautizar a otrasiempre que tenga esa intención. En el matrimonio, los ministros son los cónyuges, el sacerdote actúa como testigo privilegiado en nombre de la Iglesia pero, en rigor, no es él quién casa a los novios (aunque así lo digamos), son los novios los que, con su consentimiento, se casan entre ellos. Así pues, las parejas que han contraído matrimonio en ceremonias oficiadas por ministros no autorizados lo han hecho válidamente. Se basa en el canon 144 del Código de Derecho Canónico, que textualmente dice así: “En el error común de hecho o de derecho, así como en la duda positiva y probable de derecho o de hecho, la Iglesia suple la potestad ejecutiva de régimen, tanto para el fuero externo como para el interno”. (144 § 1). Este canon es como una especie de garantía que la Iglesia proporciona a los que, de buena fe, contraen por desconocimiento o error, un sacramento que piensan que es efectivo.¿Por qué se llaman ministros ordenados al clero? Hay tres clases de ministerios ordenados: obispo, presbítero y diácono. La palabra "Ordinatio" = ordenación, se utilizaba en el Imperio romano para designar la entrada en el escalafón de los funcionarios imperiales. A partir de ser ordenado, el funcionario pertenecía a un orden diferente del resto del pueblo. A partir del siglo tercero se comenzó a utilizar en algunos lugares esta expresión para designar una dignidad o estado en la Iglesia. Esta denominación se extendería a toda la Iglesia con el paso del tiempo, dando nombre al sacramento por el que son constituidos los obispos, presbíteros y diáconos. Los arzobispos y los cardenales no reciben una ordenación adicional para serlo: tanto arzobispo como cardenal son nombramientos del Papa para ocupar esas dignidades, pero no precisan de una ordenación específica.¿Qué significa la palabra "PAPA"?Tradicionalmente se viene diciendo que la palabra Papa tiene dos significados. Por un lado, la palabra corresponde a las iniciales de cuatro palabras  latinas:Petrí  Apostoli  Potestatem Accipiens, que quiere decir"El que recibe la Potestad del Apóstol Pedro". Un segundo significado es el que corresponde a la unión de las dos primeras sílabas de estas palabras latinas:PAter PAstor, que se traducen como "PADRE Y PASTOR. La realidad parece ser otra: la palabra procede del griego “Pappas”, que significa Padre.  La primera vez que se tiene constancia del empleo de esta expresión para el obispo de Roma es en una carta deSiricio –papa, a fines del siglo IV. Sin embargo, ese tratamiento seguía utilizándose indistintamente para otros obispos. Hay que esperar al siglo XI, cuandoGregorio VII lo restringió para uso exclusivo del obispo de Roma. Además, el título de papa no es exclusivo de la Iglesia de Roma, pues era utilizado antiguamente por los principales patriarcas, hasta que fue cayendo en desuso, conservándolo sólo el patriarca de Occidente –obispo de Roma–  y elpatriarca de Alejandría  –tanto el de la Iglesia coptacomo el de la Iglesia ortodoxa de Alejandría–. En las iglesias orientales, los sacerdotes de la iglesia ortodoxa rusa también reciben ese tratamiento –popes–.

CLASES DE CULTOS


La Iglesia católica distingue claramente tres clases de cultos: el deLATRÍA o de adoración, el de DULÍA o de veneración, y el deHIPERDULÍA (veneración llevada al extremo). 

El culto de latría (adoración) es exclusivo de Dios. Sólo Dios puede ser adorado y sólo Cristo, Dios hecho hombre, es el Salvador. El mismo Cristo nos lo dijo: "Adorarás al Señor tu Dios y sólo a El darás culto" .

El culto de latría al Santísimo Sacramento tiene un hito importante al instituirse la fiesta del Corpus Christi por Urbano IV, habiendo la Iglesia previamente impuesto la obligación, por decisión del IV Concilio de Letrán en 1215 de confesar y comulgar al menos una vez al año, en tiempo Pascual. Ya en el año 1508, al crearse por Doña Teresa Enríquez de Alvarado (llamada por Julio II la loca del Sacramento) la primera hermandad sacramental en el templo romano de san Lorenzo in Dámaso para dar culto al Santísimo y llevar el Viático a los enfermos y moribundos se extendió rápidamente este tipo de Hermandades, y el culto al Santísimo se generalizó, muy especialmente en nuestra ciudad, donde hay algunas Hermandades Sacramentales fundadas por Doña Teresa, como la de San Vicente.

En rigor, se puede afirmar que esta piadosa dama es la fundadora de todas las Sacramentales, ya que el Papa Julio II le concedió por Bula el privilegio de fundar estas Hermandades por toda la Cristiandad. En su memoria, las Hermandades Sacramentales de Sevilla le dedicaron una placa colocada en la fachada lateral de la iglesia de san Vicente, en el año 1987.

El culto de dulía (veneración) es el propio debido a los santos, personas que por su probada heroicidad en el ejercicio de las virtudes cristianas la Iglesia nos los pone como ejemplo a seguir subiéndolos a los altares. Al patriarca bendito san José se le considera el primero de los santos, dedicándosele un culto de
 protodulía. San José es proclamado patrono universal de la Iglesia por Pío IX en 1870. Sin duda que en los orígenes del culto a los santos está la influencia profunda y ejemplar de los mártires. De ellos celebramos su dies natalis, o sea, el día en que nacen para la eternidad, día de su martirio.

Muy pronto (desde el S. IV), el catálogo de los mártires se va incrementando y sus aniversarios se van celebrando para recordarles y celebrar la Eucaristía. A partir del S. V se componen los primeros martirologios, que son unas relaciones de los santos. El primero conocido es el llamado jeronimiano, posterior al año 431. Las reliquias de los santos empiezan a ser veneradas y se construyen templos en los lugares donde sufrieron martirio así como se instaura la costumbre de colocar sus reliquias debajo del altar. Más adelante se suman los confesores, las vírgenes, los monjes y las personas que el pueblo, por aclamación, consideran santos. No es hasta el año 993 en que es canonizado el primer santo por el papa Juan XV (se trata de san Ulrico, Obispo de Augsburgo) iniciándose desde entonces una centralización vaticana en este asunto que culmina cuando Sixto V crea en 1588 la Congregación de Ritos.

Pablo VI dividió la Congregación de Ritos en dos: la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Sagrada Constitución para la causa de los Santos, que tiene a su cargo actualmente los expedientes para las beatificaciones y canonizaciones. No obstante, también hoy en día el pueblo sigue dando aureola de santidad a personas a las que considera santas, como puede tratarse del papa Juan XXIII, de fray Leopoldo de Alpandeire o de la madre Teresa de Calcuta adelantándose así a los procesos canónicos.

Las celebraciones de santos que la Iglesia considera como muy importantes son la de san José, ya citada, la del Bautista, la de Todos los Santos (solemnidad al igual que la anterior) y la de los Apóstoles Pedro y Pablo, por ser la base del fundamento apostólico de nuestra fe. La celebración de san José Obrero ha quedado como memoria libre para las asociaciones cristianas de trabajadores.

Hoy en día, y aunque "la teología progresista sea reticente a la veneración de los santos porque distrae la adoración a Dios" (Carlos Ros: Santos del Pueblo) vivimos en una época de cierto ascenso en el culto a los santos, que tuvo su cenit en la Edad Media, sin lugar a dudas. El Vaticano II determinó, en lo referente al culto a los santos, lo siguiente: “ Para que las fiestas de los santos no prevalezcan sobre las fiestas que conmemoran los misterios propios de la salvación, debe dejarse la celebración de muchas de éstas a las Iglesias particulares, naciones o familias religiosas, extendiéndose a toda la Iglesia sólo aquellas que recuerdan a santos de importancia realmente universal”(SC.111). Para seleccionar a estos santos de importancia universal se han tenido en cuenta a los Doctores de la Iglesia, a Pontífices romanos, Mártires romanos y no romanos y a santos no mártires.

El Martirologio Romano es donde se hallan catalogados todos los santos que la Iglesia reconoce. El nuevo Calendario universal de la Iglesia ha quedado reducido a 158 santos, de los cuales 63 tienen memoria obligatoria y 95 memoria libre. Cierto es que, antes de la reforma litúrgica, el número de fiestas de los santos era excesiva y distraía en cierto modo a los fieles de la celebración del misterio pascual. Hay que aclarar que lo anterior no quiere decir que sólo existan ese números de santos ni mucho menos pero sí que el Calendario Universal sólo recoge aquellos santos de importancia universal dejando el resto a las iglesias particulares.

El culto de hiperdulía es exclusivo de la Virgen María y nace como una necesidad de poner el culto a la Santísima Virgen en un lugar privilegiado, por encima del debido a los santos y al límite de la adoración, pero sin llegar a la latría. Como ya vimos, el Concilio de Éfeso marca una línea clave en el antes y el después en el desarrollo del culto mariano.

Fue el Pontífice Pablo VI quien, en la Marialis Cultus ha reformado las fiestas dedicadas a la Virgen pasando a considerar como fiestas del Señor tanto la Anunciación como la Presentación (Candelaria), mudando en cambio la fiesta de la Circuncisión del Señor en la de la Maternidad divina de María y suprimiendo algunas memorias menores o devocionales.

Esta reforma de Pablo VI (que fue tachada de "antimariana" por sectores conservadores) y el enriquecimiento que supone la nueva colección de las Misas de Santa María Virgen (Decreto de 15 de agosto de 1986) con su correspondiente leccionario de 1987 que contiene hasta 46 formularios de misas podemos considerarlo como la aportación de un Papa mariano por excelencia como fue Juan Pablo II, que deja el culto a la Virgen en la actualidad perfectamente establecido y en su justo lugar.

NO RECIBAS LA EUCARISTÍA EN LA MANO - JESÚS ESTÁ EN EL SUELO


    
A continuación te muestro un video que se llama Jesús está en el suelo, y refleja el porqué de no recibir la comunión en la mano. Muy interesante.




viernes, 7 de diciembre de 2012

REGLAS PARA AYUDAR EN UNA MISA TRIDENTINA

En este artículo os dejamos un enlace a un archivo que contiene las reglas para ayudar en una misa tridentina, por el rito tradicional, gracias a nuestro amigo Borja García. Si estás interesado en tenerlo pincha en el icono  para descargártelo.






miércoles, 5 de diciembre de 2012


La Agrupación de Cofradías de la ciudad de Montilla (Córdoba) organiza un Besamanos General Solidario, el próximo sábado 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción de María, patrona de España.


Permanecerán expuestas en devoto besamanos todas las imágenes sagradas de la Stma. Virgen titulares de las hermandades y cofradías  montillanas de Semana Santa, que solicitan a sus hermanos y devotos que deseen visitar durante esta jornada a las distintas sagradas imágenes con la aportación de un donativo en alimento, con el buen fin de reunir la mayor cantidad posible de víveres, que irán destinados a Cáritas.

En el horario de mañana 11-14 h. y tarde 17-21 h. estarán expuestas las imágenes de la Stma. Virgen bajo la advocación de:

DOLORES, PAZ, SOCORRO (Parroquia de Santiago) c/Iglesia
AMARGURA (Parroquia de San Sebastián) c/San Sebastián
CARIDAD, SOLEDAD, (Parroquia San Francisco Solano) c/El Santo
ESTRELLA (Parroquia de la Asunción) c/Doctor Raúl Porras
ENCARNACIÓN (Capilla del Sagrado Descendimiento) c/ Fuente Álamo
NAZARET (Santuario de María Auxiliadora) c/Cuesta del Silencio
ESPERANZA (Ermita de la Rosa) Plaza de la Rosa

Desde la Agrupación de Cofradías rogamos a todos su colaboración agradecemos de antemano.


Homilía de Juan Pablo II - Inmaculada Concepción

Descargar en pdf


Juan Pablo II: La Inmaculada es «signo de esperanza para todos los vivientes»

Homilía en la Eucaristía en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 8 diciembre 2004
* * *


1. «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1,28).

Con estas palabras del Arcángel Gabriel, nos dirigimos a la Virgen María varias veces al día. Las repetimos hoy con ferviente gozo, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, recordando aquel 8 de diciembre de 1854, cuando el beato Pío IX proclamó este admirable dogma de la fe católica precisamente en esta Basílica vaticana.

Saludo cordialmente a cuantos hoy están aquí reunidos, en particular a los representantes de la Sociedades Mariológicas Nacionales, que han tomado parte en el Congreso Mariológico Mariano Internacional, organizado por la Pontificia Academia Mariana.

Saludo también a todos vosotros, aquí presentes, queridísimos hermanos y hermanas, que habéis venido a rendir filial homenaje a la Virgen Inmaculada. Saludo de manera especial al señor cardenal Camillo Ruini, a quien renuevo la felicitación más cordial por su jubileo sacerdotal, expresándole toda mi gratitud por el servicio que con generosa dedicación ha prestado y sigue prestando a la Iglesia como mi vicario general para la diócesis de Roma y como presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.

2. ¡Qué grande es el misterio de la Inmaculada Concepción que la Liturgia de hoy nos presenta! Misterio que no cesa de atraer la contemplación de los creyentes e inspira la reflexión de los teólogos. El tema del Congreso ahora recordado --«María de Nazaret acoge al Hijo de Dios en la historia»-- ha favorecido una profundización de la doctrina de la concepción inmaculada de María como presupuesto para la acogida en su vientre virginal del Verbo de Dios encarnado, Salvador del género humano.

«Llena de gracia»: con este apelativo, según el original griego del Evangelio de Lucas, el Ángel se dirige a María. Es este el nombre con que Dios, a través de su mensajero, quiso calificar a la Virgen. De esta forma Él la pensó y vio desde siembre, ab aeterno.

3. En el himno de la Carta a los Efesios, antes proclamado, el Apóstol alaba a Dios Padre porque «nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo» (1,3). ¡Con qué especialísima bendición Dios se dirigió a María desde el inicio de los tiempos! ¡Verdaderamente bendita, María, entre todas las mujeres (Cf. Lc 1,42)!

El Padre la eligió en Cristo antes de la creación del mundo, para que fuera santa e inmaculada en su presencia en el amor, predestinándola como primicia a la adopción filial por obra de Jesucristo (Cf. Ef 1,4-5).

4. La predestinación de María, como la de cada uno de nosotros, es relativa a la predestinación del Hijo. Cristo es aquella «estirpe» que «aplastaría la cabeza» a la antigua serpiente, según el Libro del Génesis (Cf. Gn 3,15); es el Cordero «sin mancha» (Cf. Ex 12,5; 1 P 1,19), inmolado para redimir la humanidad del pecado.

En previsión de la muerte salvífica de Él, María, su Madre, fue preservada del pecado original y de cualquier otro pecado. En la victoria del nuevo Adán está también la de la nueva Eva, madre de los redimidos. La Inmaculada es así signo de esperanza para todos los vivientes, que han vencido a satanás por medio de la sangre del Cordero (Cf. Ap 12,11).

5. Contemplamos hoy a la humilde muchacha de Nazaret santa e inmaculada en la presencia de Dios en la caridad (Cf. Ef 1,4), esa «caridad» que en su fuente originaria es Dios mismo, uno y trino.

¡Obra sublime de la Santísima Trinidad es la Inmaculada Concepción de la Madre del Redentor! Pío IX, en la Bula Ineffabilis Deus, recuerda que el Omnipotente estableció «con un solo y mismo decreto el origen de María y la encarnación de la divina Sabiduría» (Pii IX Pontificis Maximi Acta, Pars prima, p. 559).

El «sí» de la Virgen al anuncio del Ángel se sitúa en lo concreto de nuestra condición terrena, en humilde obsequio a la voluntad divina de salvar la humanidad no desde la historia, sino en la historia. En efecto, preservada libre de toda mancha de pecado original, la «nueva Eva» se ha beneficiado de modo singular de la obra de Cristo como perfectísimo Mediador y Redentor. Redimida en primer lugar por su Hijo, partícipe en plenitud de su santidad, Ella es ya lo que toda la Iglesia desea y espera ser. Es la imagen escatológica de la Iglesia.

6. Por esto la Inmaculada, que señala «el inicio de la Iglesia, esposa de Cristo sin mancha y sin arruga, resplandeciente de belleza» (Prefacio), precede siempre al Pueblo de Dios en la peregrinación de la fe hacia el Reino de los cielos (Cf. Lumen gentium, 58; Enc. Redemptoris Mater, 2).

En la concepción inmaculada de María la Iglesia ve proyectarse, anticipada en su miembro más noble, la gracia salvadora de la Pascua.

En el acontecimiento de la Encarnación encuentra indisolublemente al Hijo y a la Madre: «al que es su Señor y su Cabeza y a la que, pronunciando el primer fiat de la Nueva Alianza, prefigura su condición de esposa y madre» (Redemptoris Mater, 1).

7. A Ti, Virgen Inmaculada, por Dios predestinada sobre toda criatura como abogada de gracia y modelo de santidad para su pueblo, renuevo hoy en modo especial la confianza de toda la Iglesia.

Sé Tú quien guíe a sus hijos en la peregrinación de la fe, haciéndoles siempre más obedientes y fieles a la Palabra de Dios.

Sé Tú quien acompañe a cada cristiano en el camino de la conversión y de la santidad, en la lucha contra el pecado y en la búsqueda de la verdadera belleza, que es siempre huella y reflejo de la belleza divina.

Sé Tú quien obtenga paz y salvación para todas las gentes. Que el Padre eterno, que Te ha querido Madre inmaculada del Redentor, renueve también en nuestro tiempo, por medio de ti, los prodigios de su amor misericordioso. ¡Amen!

LA INMACULADA CONCEPCIÓN - 8 DICIEMBRE

Inmaculada Concepción
Basílica S. Juan de Ávila
-Montilla (Córdoba)-

El ocho de diciembre la Iglesia católica celebra con gozo la solemnidad de laInmaculada Concepción.Como creencia piadosa fue defendida expresamente en Sevilla desde el S. XVI y declarado dogma por Pío IX el 8 de diciembre de 1854 por la Bula Ineffabilis Deus.Previamente el papa Sixto IV introdujo esta fiesta en el calendario romano en 1476 y en el Misal de san Pío V ya figuraba sólo como memoria.


La concepción inmaculada de María era especialmente defendida por los franciscanos, siguiendo las enseñanzas de Duns Scotto, y era combatida por los dominicos que seguían la enseñanza de Santo Tomás en el sentido de que sólo Cristo había estado libre del pecado original y que la Virgen fue purificada en el momento de su concepción. Si Cristo redimió a todos los hombres (redención universal) también redimió a María y si Ella no tuvo pecado original entonces ¿cómo pudo ser redimida? Este razonamiento tomista implicaba que para que la redención fuese universal debía abarcar a toda la Humanidad incluyendo a la Virgen y para que Ella fuera redimida debía haber tenido al menos el llamado “pecado original” que todos los humanos por el hecho de serlos traemos al mundo.

El dogma hay que entenderlo como un
 privilegio especial concedido a su Madre, ya que la Virgen tuvo una "redención profiláctica": Cristo impidió que tuviese pecado pero ese hecho la Virgen se lo debe a Él, luego Ella fue también redimida, aunque de otra forma que el resto de los mortales (como el médico que cura al enfermo o impide preventivamente que alguien contraiga la enfermedad: en ambos casos el médico es quien cura).

La llamada
 "pía opinión" (defensora de la idea de que la Virgen había sido concebida sin pecado original) era claramente defendida por los franciscanos (Duns Scoto), en unos debates que nacen en el S. XII y en Sevilla era opinión mayoritaria como demuestra el hecho de que el Cabildo de la catedral sevillana celebrara la fiesta de la Inmaculada desde 1369. Scoto razonaba de la siguiente manera: dado que las Escrituras no aclaran si la Virgen fue o no concebida sin pecado original y que las opiniones sobre este tema pueden ser tres, él defendía la más favorable a la Virgen. Las tres opiniones se resumen en que o bien la Virgen fue concebida por sus padres Joaquín y Ana sin pecado original (pía opinión), o bien fue concebida con pecado original y purificada nada más nacer o en tercer lugar que fue concebida con pecado original y fue purificada posteriormente.

Litúrgicamente esta solemnidad tiene el privilegio de poder usar el color azul en España y Latonoamérica. En Córdobaesta solemnidad tiene una especial relevencia, celebrándose en la catedral además de su solemnidad la ordenación de diáconos.
Tiene su Misa propia del día.

Particularidades litúrgicas del Tiempo de Adviento




 El Tiempo de Adviento, propio de la liturgia romana, es uno de los tiempos llamados "fuertes" del Año Litúrgico (junto con el de Cuaresma y el de Pascua. -El de Navidad podría considerarse "semi-fuerte" por razones que esgrimiré en alguna entrada ulterior-).
Las dos solemnidades litúrgicas más importantes son las de Pascua y Navidad. Por serlo, requieren de una especial preparación. Es la razón de ser de los "tiempos extraordinarios" que les preceden, a saber, Cuaresma y Adviento, respectivamente. Este último consta de un máximo de cuatro semanas. La última a menudo suele ser incompleta. Comienza el domingo más proximo a la festividad del apóstol San Andrés (30/11), y concluye al aterdecer del 24 de diciembre, antes de las primeras vísperas de la solemnidad del Natalicio de nuestro Señor Jesucristo.
El Adviento, de acuerdo con la normativa litúrgica vigente, ya no es tanto un tiempo penitencial propiamente dicho, como llegó a serlo en tiempos pasados, cuanto un tiempo de esperanza, de gozo y de santa ansiedad.


Consta de dos etapas, claramente identificables:

-La primera, que se extiende desde las primeras vísperas del primer domingo hasta el día 16 de diciembre inclusive.
En esta etapa la Madre Iglesia nos invita a meditar sobre la Parusía de nuestro Señor, sobre la caducidad de los bienes terrenos y la fugacidad de nuestras vidas. Tiene un marcado carácter escatológico, el cual ya ha tenido su pórtico en la última semana del Tiempo Ordinario, también ella de matiz netamente escatológico.


-La segunda, la más importante, se extiende desde el día 17 de diciembre hasta el atardecer del 24. En ella la Iglesia nos exhorta a meditar sobre los acontecimientos que precedieron inmediatamente a la primera Venida del Señor según la carne. La liturgia de las Horas llama a esta etapa "la semana santa de Navidad". En efecto, los días comprendidos entre el 17 y el 24 de diciembre son de santa expectación, de alegre espera, sentimientos tanto más intensos cuanto más inminente se hace la llegada de la Navidad.
En esta etapa se rezan (o mejor, se cantan) las más que célebres Antífonas "O", que son apremiantes llamamientos al Mesías que llega, tomados de títulos bíblicos. En la Liturgia de las Horas constituyen las antífonas propias del Cántico evangélico del Magníficat, en tanto que en la Misa, se han integrado para ser cantados en los versículos antes del Evangelio.
Estos días que van del 17 al 24 de diciembre se consideran "ferias privilegiadas", como así también los días de la semana que le sigue, hasta el 31. Las memorias de los santos pueden celebrarse solamente en forma simplificada. Son las llamadas Conmemoraciones, concepto litúrgico al que hace unos meses dediqué una entrada de este mismo blog.

Los domingos
Los domingos de Adviento son cuatro:
El primero es marcadamente escatológico, puesto que pone a nuestra consideración los "novísimos" o "postrimerías", es decir las llamadas "realidades últimas" del hombre (muerte, juicio, infierno y gloria).
El segundo nos presenta la egregia figura de San Juan Bautista, el Precursor del Señor, y nos hace escuchar de sus labios el siempre actual llamado a la conversión y el anuncio de que el Reino de Dios está entre nosotros en la Persona misma del Mesías que viene.
El tercero es el llamado domingo Gaudete, todo él una invitación y un cántico a la alegría por la proximidad de la Navidad. (En una entrada próxima me referiré más explícitamente a las peculiaridades de este singular domingo).
El cuarto domingo es de señalado carácter mariano. Contemplamos a la Virgen Madre que aguarda con entrañable amor el Nacimiento del Salvador que aún lleva en su seno virginal.


La Inmaculada Concepción

Es la solemnidad por excelencia del Tiempo de Adviento. Siempre cercana al segundo domingo, -u ocurrente con él, en cuyo caso es trasladada, (como sucederá en 2013)-, nos presenta a María, preservada de toda mancha desde el primer instante de su existencia en el seno de la santa madre Ana.
Al celebrar esta solemnidad en un tiempo tan particular como el de Adviento la liturgia nos hace contemplar, más allá de la divergencia cronológica de estos dos Misterios, la Inmaculada Concepción de la Madre a la luz de la del Hijo, cuya Encarnación es la razón de ser de aquella prerrogativa mariana jamás concedida a criatura alguna sobre la Tierra.


La Corona de Adviento:

Originaria de costumbres paganas en países nórdicos, debo aclarar que la Corona de Adviento no es un signo estrictamente litúrgico. Sin embargo, la misma liturgia, al "cristianizarla", la ha asumido (facultativamente, por supuesto), introduciéndola o en los ritos iniciales de la Misa o al comienzo del rezo de la Liturgia de las Horas.
La Corona consta de ramos verdes (deben evitarse las flores) y de cuatro cirios, que van encendiéndose progresivamente en cada uno de los domingos. Es un modo de evocar el misterio de un mundo en tinieblas, que a lo largo de generaciones y generaciones aguardaba al Mesías prometido, que traería la salvación a los hombres. A medida que se acercaba la plenitud de los tiempos, la espera del Salvador era como una luz que se acrecentaba y que era prenda y anticipo de los tiempos nuevos anunciados por los profetas. Todo esto quiere significar el gradual encendido de los cirios. Suelen ser tres morados y uno rosado, que se enciende en el domingo Gaudete, al que aludimos más arriba.
Hay quienes en la Nochebuena, queriendo significar el cumplimiento de la promesa de la Venida del Mesías, suelen colocar una quinta vela en el centro de la Corona, de color blanco. Puede ser significativo, pero se aparta de lo que siempre ha sido la Corona en sí, con solamente cuatro cirios. Para expresar la Presencia del Mesías no parece más elocuente ese cirio blanco que la venerable imagen del Niño que, recién esa Noche se coloca en el pesebre ya armado unas semanas antes.
La forma circular propia de cualquier corona (aunque no siempre se respete), simboliza la eternidad de un Dios que, siendo indulgente ante nuestra constantemente renovada caída en pecado, por puro amor, irrumpe en nuestra historia para purificarnos de toda mancha e invitarnos a compartir su gloria, constituyéndonos hijos y herederos.


El himno Gloria in excelsis Deo


Este himno se omite durante el Adviento, salvo en las fiestas y solemnidades litúrgicas. La liturgia actual nos explica que el motivo de tal omisión, difiere de la razón por la cual el mismo himno también se omite en Cuaresma. De hecho, este último tiempo, al ser de carácter estrictamente penitencial, excluye el Gloria.
En Adviento, en cambio, se omite por el hecho de que esta aclamación fue cantada por los mismos ángeles solamente cuando se cumplió el tiempo y Dios envió a su Hijo al mundo, esto es, en la santísima Noche de Navidad, y no antes. Y como el Adviento hace memoria justamente de "este antes", parece oportuno reservar el Gloria para entonarlo con renovado fervor y con perenne actualidad, en la Nochebuena, como expresión de que el Mesías, por la gracia, sigue "naciendo" en nuestras almas.


La Liturgia de la Palabra


Durante el Adviento se leen la profecías que se refieren a la salvación prometida por Dios a su pueblo. Se proclaman también las cartas paulinas que tratan temas como el de la conversión, la esperanza y la alegre espera.
En las ferias predominan las páginas evangélicas de Mateo en la primera etapa, y de Lucas en la segunda.
Las figuras bíblicas más representativas de este bendito tiempo son la Santísima Virgen, el arcángel San Gabriel, San José, San Juan Bautista, el santo patriarca Abraham y el santo profeta Isaías.


Los textos eucológicos


-Hay un Saludo inicial propio de este tiempo.
-Cada domingo y cada feria tiene su oración colecta, sobre las ofrendas y de después de la Comunión propias.
-Hay cuatro tradicionales Prefacios de Adviento, relacionados con las temáticas respectivas de cada etapa. El cuarto, netamente mariano, se llama "La Nueva Eva".
Algunos países, con la previa aprobación de la Santa Sede, han incorporado un quinto Prefacio para usar durante este tiempo.
-Hay también una Bendición solemne de Adviento en el Misal.

El color litúrgico

El color litúrgico propio del Adviento es el morado, que expresa el recogimiento necesario para una piadosa espera del Mesías. Se exceptúan el Domingo III, en que se usan ornamentos rosados, como así también las memorias, fiestas y solemnidades de la primera etapa de este tiempo, y las fiestas y solemnidades de la segunda.

martes, 4 de diciembre de 2012

LA RELIGIOSIDAD POPULAR: ALGUNAS MANIFESTACIONES.


La religiosidad popular es un tema muy habitual y que no goza de excesivos entusiasmos últimamente. Bueno es reproducir unas líneas de Benedicto XVI sobre el tema escritas cuando era nada más (y nada menos) que cardenal Ratzinger: “La religiosidad popular es el humus sin el cual la liturgia no puede desarrollarse. Desgraciadamente muchas veces fue despreciada e incluso pisoteada por parte de algunos sectores del Movimiento Litúrgico y con ocasión de la reforma postconciliar. Y sin embargo, hay que amarla, es necesario purificarla y guiarla, acogiéndola siempre con respeto, ya que es la manera con la que la fe es acogida en el corazón del pueblo, aun cuando parezca extraña o sorprendente. Es la raigambre segura e interior de la fe”. Magníficas palabras para valorar ese fenómeno de la religiosidad popular uno de cuyos elementos más destacados son las hermandades y cofradías. El recientemente publicado “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia” de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos nos ilustra sobradamente sobre las formas de culto y especialmente sobre las prácticas de la piedad popular. Las formas de culto de las hermandades y cofradías, en su vertiente devocional más generalizadas, se resumen en novenas, septenarios, quinarios y triduos, teniendo siempre como centro celebrativo la Eucaristía. 

La novena es un ejercicio piadoso que dura nueve días, dedicado generalmente a la Virgen María y a otros santos y santas, así como a devociones particulares. Muchas de las novenas tiene indulgencias y la única novena que no era de devoción sino litúrgica fue la prescrita por León XIII en el año 1895 dedicada al Espíritu Santo para preparar la Pentecostés. Hay solamente dos Hermandades sevillanas que hoy en día celebran novenas a sus Cristos titulares: se trata de las Hermandades de Pasión y la de san Isidoro. En siglos pasados sin embargo era bastante frecuente el dedicar novenas a los Cristos.

El septenario es un ejercicio de siete días especialmente dedicado a la Virgen en sus advocaciones dolorosas, como recuerdo de los siete dolores que padeció la Virgen al contemplar los padecimientos de Cristo ante la Cruz, la Crucifixión, la Muerte en la Cruz, la Lanzada, el Descendimiento (Quinta Angustia), la Piedad y el Entierro.

Los quinarios parecen tener su origen en el recuerdo de las cinco llagas de Cristo (manos, pies y costado) y son específicos para el culto a Cristo, aunque no faltan Hermandades que dediquen quinarios a la Virgen, como la Soledad de san Lorenzo, o las Hermandades de la Estrella y el Cachorro, que hacen quinario conjunto al Cristo y a la Virgen.

El triduo se suele dedicar a la Virgen, sin ser exclusivo ya que, por ejemplo, la Hermandad del Valle dedica sendos triduos a sus imágenes titulares del Cristo de la Coronación y de Nuestro Padre Jesús con la Cruz al hombro. Tres son las personas de la Trinidad y tres los días que conforman el Triduo Pascual. Se dedican también Triduos al Santísimo.

Podemos citar además la costumbre piadosa, muy extendida, de
 
la visita de los viernes a templos con imágenes muy devocionales, como ocurre en Sevilla con el Gran Poder o al Cautivo de San Ildefonso por parte de muchos sevillanos, que se incrementa considerablemente en los viernes de Cuaresma. Otros santos de devoción popular (Santa Rita, San Pancracio, Santa Marta, San Nicolás, etc) también tiene sus propias tradiciones.

El Vía Crucis cuaresmal y el Vía Lucis, su equivalente pascual, son otras formas de devoción muy queridos por las Hermandades, especialmente el ejercicio del Vía Crucis en el cual se recorren los momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de Cristo a través de sus catorce estaciones. De igual forma, en la Cuaresma, están bastante extendidas las meditaciones sobre el Stabat Mater y sobre las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, difundidas estas últimas en el S. XVII sobre todo gracias al tratado que sobre dicho tema escribió san Roberto Belarmino. EL sermón sobre las Siete Palabras es fuente importante de reflexión durante los días cuaresmales.

No podemos dejar de nombrar
 
la señal de la cruz. 
Hacer la señal de la cruz es el gesto fundamental del cristiano. Santiguarse es aceptar a Cristo en nuestra vida, reconocernos discípulos suyos. Si además utilizamos el agua bendita para santiguarnos nos trae recuerdos del bautismo. En definitiva es una profesión de fe en el Dios trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Hacer la señal de la cruz equivale a ponernos bajo la protección del Señor, equivale a un escudo que nos protege de las tribulaciones diarias y nos anima a seguir adelante.

QUÉ PUEDE Y QUÉ NO PUEDE HACERSE EN UNA IGLESIA


Peliaguda pregunta, que afecta directamente a algunas hermandades, especialmente a aquellas que poseen capilla propia y tienden a usarla alegremente para diversos fines. En las parroquias se supone que el párroco está más atento, aunque pueda ser tachado de antipático.
En principio y como norma hay que decir que en un lugar sagrado –iglesia– sólo puede admitirse aquello que favorece el ejercicio y el fomento del culto, de la piedad y de la religión, y se prohíbe lo que no esté en consonancia con la santidad del lugar. Sin embargo, el Ordinario puede permitir, en casos concretos, otros usos, siempre que no sean contrarios a la santidad del lugar. También hay que tener claro que la autoridad eclesiástica ejerce libremente sus poderes y funciones en los lugares sagrados. En los templos, aunque sean propios, no manda el hermano mayor ni el diputado de cultos.
Así pues hay que dejar claro desde el principio que las iglesias son para el culto. Lejos de la idea que parecen tener algunas personas de que la iglesia es una especie de sala multiusos o un salón de actos. Craso error.

LA CAPILLA NO ES UN SALÓN DE ACTOS NI SALA MULTIUSOS
Entonces
 ¿Sólo se pueden celebrar los sacramentos? No, también se pueden celebrar conciertos de música sacra, conferencias sobre temas religiosos o doctrina de la Iglesia, catequesis, ejercicios espirituales, charlas cuaresmales y similares. Para algunas actividades habría que pedir permiso. En esta categoría entraría un Pregón, al que tan aficionado somos los cofrades. Todas estas actividades, si se dispone de otro espacio, mejor usarlo. Asimismo si se pueden realizar sin ocupar el presbiterio, mejor.
También
 se pueden vender objetos religiosos (medallas, estampas, rosarios, libros devocionales).

NO SE PUEDEN CELEBRAR BAILES, MÍTINES, TEATROS, RIFAS ni similares. Los lugares sagrados
 quedan violados cuando, con escándalo de los fieles, se cometen en ellos actos gravemente injuriosos que, a juicio del Ordinario del lugar, revisten tal gravedad y son tan contrarios a la santidad del lugar, que en ellos no se puede ejercer el culto hasta que se repare la injuria por un rito penitencial a tenor de los libros litúrgicos. Así pues, un templo que sufriera a juicio de la autoridad una violación grave quedaría de momento inutilizadocomo tal hasta ser reparado con el rito oportuno.
Los lugares sagrados pierden su dedicación o bendición si resultan destruidos en gran parte o si son reducidos permanentemente a usos profanos por decreto del Ordinario o de hecho.

Muy importante: NO SE PUEDE UTILIZAR EL ALTAR PARA NINGÚN OTRO FIN que no sea la celebración eucarística. No se debe depositar sobre el altar objeto alguno, ni usarlo como mesa del conferenciante, ni apoyarse sobre él descuidadamente y cosas por el estilo.
Tampoco
 ningún cadáver puede estar enterrado bajo el altar; en caso contrario, no es lícito celebrar en él la Misa. En general, está prohibido enterrar cadáveres en las iglesias, salvo casos excepcionales (obispos generalmente). Si están permitidos los columbarios, siguiendo la normativa adecuada.

Así pues, a tenor del Código de Derecho Canónico y otros documentos queda claro que:
a) El uso de los templos abiertos al público debe ser
 casi exclusivamente litúrgico, cultual y para ejercicios piadosos o de acción pastoral.
b) La cesión para otros usos como la celebración de conciertos o de actos culturales (exposiciones, conferencias etc.)
 debe ser eminentemente excepcional, lo que requeriría circunstancias y causas de mucho peso. Por estas razones, para la celebración de conciertos o de actos culturales en templos abiertos al público se requiere la previa licencia del Vicario General
c) Que
 se respete en todo momento el carácter sagrado del templo, tanto por las formas exteriores como por el comportamiento de los participantes y asistentes al acto
d)
 Que el Santísimo Sacramento sea trasladado oportunamente a una capilla adyacente u otro lugar oportuno y decoroso
e) Que
 no sea ocupado el Presbiterio, por ser el lugar celebrativo fundamental del Misterio cristiano
f) Que la entrada sea libre y gratuita, evitando que el control o reserva de asientos pueda dañar razonablemente la sensibilidad de la comunidad eclesial. Lógicamente lo anterior no excluye que en casos de conciertos y similares se cobre un entrada o para visitas puramente de carácter turística.
Algunos consejos prácticos: En aquellos días en los que se montan los pasos o hay que realizar operaciones y necesariamente hay que trabajar en la capilla, si no hay capilla sacramental y el Santísimo no puede ser trasladado a un lugar digno puede el sacerdote consagrar solamente las formas que se vayan a consumir 
cada día y no dejar reserva. Asimismo, no debe olvidarse que aunque no esté el Santísimo en el sagrario se sigue estando en un lugar sagrado. Los obligados refrigerios que los equipos de trabajo necesariamente deben tomar que sea fuera de la capilla.